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RESEÑA: Viejo corazón de siempre, de Jorge García Prieto
Por Liliana Poveda
Escribí para ti las canciones de Silvio,
incluso las que nunca me dejaste cantar,
y escribí los poemas de Dopico y Huidobro.
Todo lo que Huidobro dijo y me sonó tremendo te lo escribí de un golpe
con una sola letra
con una sola mano.
Con la otra esculpí en los mármoles negros
y en los mármoles grises
y levanté pirámides
y fui taxidermista.
El pasado de Grecia o de Perú
lo ideé para ti,
y fui el mar cuatro veces remendando una sábana, y le gané a las guerras la ancianidad tranquila. Todo el cine de Chaplin fue al besarte en silencio. Yo fui quien salvó al niño que saltó de la torre,
el bombero tiznado con un perro en los brazos. Inventé el erotismo
y hasta los antibióticos
y la primera rueda y la locomotora.
Buscaba impresionarte cuando hice la magia
y aquellas teorías que le silbaba a Einstein.
Yo hundí Alejandría por tener un misterio
que darte al despertar.
Inventé los jamones...
Si otra cosa no pude, fue que estaba ocupado mientras soplaba vidrio para darte figuras
o escarbaba en la arena por un colgante antiguo. Qué fácil fue la lluvia
y todas las personas...
Si Dios culpa tus ojos, descuida
lo deshago.
[JGP]
A la memoria de Jorge García Hernández
La lectura de VIEJO CORAZÓN DE SIEMPRE descorre el velo del tiempo y parece que el poeta ha estado ahí desde el principio, y ordena el mundo sin descanso. Jorge escribe un Génesis propio, sin que la Creación se entere, para después mezclarse entre los desposeídos por el resto de la eternidad, haciéndose pasar por el fondo de un barco que naufragó sin jamás atracar en ningún puerto.
I.
Me asomé al trabajo de creación de Jorge García Prieto gracias a la poeta y promotora cultural Alejandra Torres, que bucea en las aguas de los confines en busca de verdaderas perlas, sin ocuparse de títulos y maquinaciones, y da con poetas como Jorge –no hay muchos, la verdad– . Alejandra contó sobre un poeta sin precedentes y envió un par de videos de Jorge en los que él DICE su poesía (la dice, sin guion, toda ella habita en su piel de juglar sereno). La madre del poeta forma parte de la escena, en la cotidianidad de quien respira libre de desengaños, y tiene también un decir, su rol magnifica los ya grandes versos que va descargando la voz habanera de Jorge, sujeta de la poesía misma, hoja de parra que cae dejando al descubierto el pubis, las humedades, los destierros.
Alejandra tenía razón: un poeta sin precedentes... si los tuviera serían los de una era antigua preexistente a la escritura, donde lo oral –esencia del festejo de la palabra– fue promesa de posteridad... Una voz ciega elongándose, una serie de imágenes que se descuelgan sin ropajes, un hombre solo, una anciana maravillosa...
Tal vez lo realmente digno de sobrevivir a la memoria tenga como destino el olvido y sea privilegio de quienes –atentos– escuchen. El instante es el compás de la poesía, un compás que Jorge ha revivido y reinventado, como bien lo muestra el reconocimiento que le hicieran con el Premio Cucalambé 2023 en décima escrita, el más importante en Iberoamérica.
Por fortuna existe Alejandra, a la caza de poetas inverosímiles, creaturas fabulosas.
Antes de la letra, existió Jorge, y otros como él. Antes de la expulsión. Antes del paraíso. En su voz, su poesía se va haciendo en cada verso indivisible, y en una pieza completa conjura el canto de lo que posee y exorcisa a la vez, entre rimas concéntricas y luminosas que alumbran estos siglos de Instagram y TikTok, mientras se constata que el poeta es instrumento, y la poesía acontecimiento y muchas veces, también, padecimiento.
Jorge le presta todo su cuerpo a la poesía –que nunca paga alquiler–. Él eleva a palabra todo lo que le sucede como interrogación y oráculo. Cada imagen aparece puntual y puntillosa en la punta redonda de una vieja daga, y él la deja ser al abrirle paso con la música profunda de su voz, en notas que el pentagrama de nuestro asombro desconocía. La hoja afilada se interna, sabe cómo llegar adentro en el cuerpo sin remos de Jorge, hasta nuestro propio cuerpo. El poeta –casi fuera de sí– se inmola y se comparte, deja pasar a quien escucha, no se defiende, se entrega mientras sus ojos vuelven niños a jugar entre nubes de polvo. Luego, el silencio obliga.
“Mi trabajo es decir”, afirma en un verso el poeta, y queda la impresión de que no escatima, de que lo dice todo... Y lo que dice contiene el misterio de lo creado, el toque inédito de quien se aventura más allá del principio y el fin, y los hace de nuevo, para estallarlos enseguida, y volverlos a alumbrar. El poeta sabe que –en parte– se trata de aguardar a que la poesía se pose, a que se junten los versos en los pliegues de la sangre, el código genético que le revelan las voces en la secreta simpleza de los asombros. Y después sudor, pálpito, nervios, cansancio. Ella llega y él solo sabe amarla como un perro que espera a su dueño una mañana y una tarde enteras.
Encontrarse con el trabajo de Jorge es querer divulgarlo, a como dé lugar, hablar de la tempestad de su palabra, quedarse en cuantas líneas sea posible. VIEJO CORAZÓN DE SIEMPRE es un regalo malva de Jorge a partir de algunos poemas que su autor comparte gustoso, y que amplía los sentidos de quienes quieran acercarse a una de las facetas de su trasiega poética. Con un tiraje de doscientos ejemplares, la modestia del poeta vibra entre las treinta páginas, develando el sonido preclaro de su voz, el uso amoroso de la palabra, el dolor y la fuerza que deja el decir cuando el decir es la única verdad del desahuciado, y la exquisita libertad con la que combina lenguaje y símbolo, para acudir al acontecimiento de la poesía.
II.
Fue la propia Alejandra, junto a la artista y promotora cultural Liz Mirel Cázares, ambas integrantes del grupo de poesía Cíbola, a quienes se les ocurrió la idea de que Jorge pudiera venir a Chihuahua. Ellas gestionaron la presencia de Jorge y de Rigoberto Rodríguez Entenza, también de Cuba, para que formaran parte del programa de la Feria del Libro de Chihuahua 2023, que concluyó el pasado domingo.
Jorge llegó a compartir, en el más amplio sentido y con la ilusión más pura, su manera de entender el quehacer de la poesía, desatándose del mástil, arriesgando la vida. Sin ánimo de lucro ni envanecimientos, su estancia en esta ciudad ha sabido de luchas con los temores y expectativas de cada travesía que se emprende. Viajar es entregarse a lo desconocido, y sí que ha hecho presencia la maravilla, tanto como la fatalidad: frente a ambas el poeta se yergue para cumplir compromisos y sueños propios y ajenos. Esta presentación en este espacio es uno de ellos. Es grande la gratitud que le tenemos a Jorge, a su confianza y a las formas de su cariño, como las yemas del agua mecidas contra una muralla. Entre el espanto y la ternura.
Una vez Liz dijo que escuchar a Jorge era una cosa, pero verlo DECIR su poesía era otra experiencia. Lo entendí en cuanto sucedió. En la sala más grande de la Feria del Libro, destinada para conferencias magistrales, en medio de la barahúnda que fue, empezó el poeta, o ella, la poesía. Abriéndose paso entre la curiosa Babilonia de la misma lengua, donde se tropezaba el sonido de la sala uno con el de la dos y el de la tres, Jorge pulsó su arte e inició su danza, y pareció suspenderse el bullicio: cuando terminó la primera pieza, había al menos cinco personas más que atraídas o hechizadas se habían acercado y querían escuchar más. Un embrujo. De nuevo: la poesía es acontecimiento –pese a todo, allí estaba, haciéndose palpable.
Jorge es un amanuense de la poesía, que es tanto como ser amanuense de la locura, que pervive en las formas poéticas más puras. Los encuentros con esa zona que desdibuja la razón nos precipitan a abismos dulces y crueles, propios y de todos, a donde van a parar días y noches inconfesables. La poesía es parir una parte de esa locura que se sirve del lenguaje y de la garganta para decir, decir como dice Jorge, sin cortapisas a las lógicas de ocasión, decir para no olvidar, para hacer valer el riesgo de tener una voz (así surjan burdas versiones locales del “comes y te vas”...).
Y mientras los imperios truecan hospitales en cementerios, la poesía sigue siendo signo y resistencia para quienes insisten en reponer tiempo extra en estas catacumbas donde damos todo por supuesto: el trigo y la sal, la electricidad y la insolencia....
Ojalá nos guarezca la poesía de Jorge, frente al desahucio, al doloroso y ardiente desperdicio de las equívocas abundancias. Que no gastemos la palabra. La inútil, la combatiente, la terca palabra.