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La patria del exiliado
Por Juan Villoro
El 19 de enero de 2023, Javier Corral abrió la librería Sándor Márai en Chihuahua, que fue inmediatamente cerrada por carecer de un permiso que el gobierno local había tardado en expedir. En homenaje a Kafka, autor que Márai tradujo al húngaro, la autoridad era responsable de lo que condenaba. A nadie escapó la verdadera razón de la censura. En una ciudad sin librerías, se castigaba a Corral por razones políticas.
No siempre he estado de acuerdo con sus posturas, pero sigo con interés su heterodoxa trayectoria. Como senador panista, criticó a Fox y a Calderón, y como gobernador, persiguió legalmente a su antecesor, César Duarte. Después de 41 años de militar en Acción Nacional, se separó de ese partido por su alianza con el PRI.
Lo conocí hacia 2006 en un acto de homenaje a Heberto Castillo. Quienes participábamos en el panel nos cansamos de esperarlo y comenzamos sin él. Corral llegó a mitad del acto. Su bigote, su semblante y su enjundia eran los de Fulgor Sedano, el caporal de Pedro Páramo. Blandió un documento para justificar su retraso: Televisa lo acababa de demandar por su lucha contra la nueva ley de medios, que ahorraba millones de pesos en impuestos a las televisoras. Cuando tomó la palabra, fue escuchado con la atención que merece quien irá de ahí a los tribunales.
Pero su principal heterodoxia ha sido la de abrir una librería. Corral es proclive a las exageraciones. Sólo así ha sorteado ciertas pruebas. Dejó de nadar a los 12 años porque eso le recordaba las últimas vacaciones que pasó en la playa con su madre, poco antes de que ella muriera en un accidente de carretera. Cuando volvió al agua, medio siglo después, exorcizó el trauma nadando de Mazatlán a una isla a dos horas de distancia. En 2001 sobrevivió a un accidente de avioneta en la sierra Tarahumara y lo conjuró volando más seguido que un piloto fumigador.
El 19 de enero participé en la celebración del primer aniversario de la apertura y clausura de su librería. Por la noche, el ex dirigente del PAN Gustavo Madero me dijo: "Cuando ves un rancho enorme en Chihuahua y preguntas de quién es, te dicen: "Del ex gobernador". Luego ves otro y pasa lo mismo. Y de pronto ves una librería y no puedes creer que sea de un ex gobernador".
"Un político pobre es un pobre político", dijo en forma célebre Carlos Hank González. En la canción "La casita", Óscar Chávez retrató con ironía el enriquecimiento ilícito de nuestros políticos. Basado en la letra que Manuel José Othón escribió para Felipe Llera, Chávez hizo esta versión en 1975:
"Que de dónde amigo vengo
De una casita que tengo
por allá en el Pedregal.
De una casita chiquita,
con jardines, alberquita
y calefacción central."
Y remata:
"Me dirás muy asombrado
que de dónde yo he sacado
coches, dinero y mansión.
A las claras te lo dice
Ese letrero que hice:
’Viva la Robolución’".
Si cada político de fuste creara un espacio cultural tendríamos otro país. Por suerte, Corral se preparó para la vida de manera inusual. Aunque su nombre de pila proviene de Javier Solís, no quiso dominar los foros como cantante ranchero. Descubrió la relación con el público como monaguillo, cerca del primer obispo de Chihuahua, Manuel Talamás Camandari, que fue periodista en el semanario Zeta y cultivó el humor en sus homilías. A los 11 años, Corral fundó el periódico El Chisme, con el que obtuvo un premio que lo llevó a la Casa Blanca. Cuando descubrió la política, supo que le correspondía ser de oposición. En Chihuahua eso significaba pertenecer al PAN, aunque muchas veces fue visto como alguien demasiado progresista para ese partido. Al margen de los aciertos y errores de su carrera pública, es fácil constatar que se aparta de la norma.
Su librería lleva el nombre de otro irregular: Sándor Márai, prolífico autor húngaro que a los cincuenta años rompió con el régimen comunista y se exilió en Estados Unidos. En 1950 escribió en su diario: "Todo lo he perdido, todo. La lengua, la patria, el significado del trabajo, la juventud". Vivió en aislamiento durante 49 años hasta que se puso a salvo de la soledad con un disparo.
Hoy Márai cuenta con el fervor de los lectores. No le faltan patrias al exiliado, y una de las más significativas está en Chihuahua.